En su Tesis doctoral "Sobre las hipótesis que subyacen
a los fundamentos de la geometría" (1854), Bernhard Riemann habla de una
oscuridad que envolvió al pensamiento humano desde Euclides hasta Adrien–Marie
Legendre. Tras más de 2.000 años de concentración en la materia, Riemann,
apoyándose en su maestro Carl F. Gauss, develó esa oscuridad al desarrollar lo
que llamó "un concepto general de magnitud múltiplemente extendida".
El concepto de Riemann amplió los descubrimientos que ya
había hecho Gauss, empezando con su disertación de 1799 sobre el teorema
fundamental del álgebra.
Como su predecesor, es una devastadora refutación de los
métodos de "torre de marfil" de Leonhard Euler, Louis de Lagrange,
etc., que hoy dominan la forma de pensar de la mayoría de la población, tal
como dominaron la mente de los desafortunados griegos en la época de Platón.
Al reconocer que todos los problemas de la sociedad en
última instancia eran subjetivos, Platón prescribió (en La República) que ese
dominio de los ejercicios pedagógicos (en los campos de la música, la
geometría, la aritmética y la astronomía) fuera un prerrequisito para ejercer
el liderato político. Las crisis, como la que ahora enfrentamos, sólo podían
superarse si los líderes desarrollaban la capacidad de liberarse a sí mismos, y
después a otros, de sus falsas etiquetas.
Estos ejercicios acostumbran a la mente a tornar su
atención, de las sombras de la percepción sensorial, al descubrimiento de
verdades cognoscibles, aunque invisibles, que el dominio de los sentidos nos
refleja como paradojas.
El proceso no tiene fin; con cada nuevo descubrimiento
surgen nuevas paradojas que dan pie a más descubrimientos, produciendo una
concentración siempre mayor de la condición mental necesaria que produjo el
descubrimiento en primer lugar.
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