lunes, 12 de marzo de 2012

Mentes sucias de preconceptos

En su Tesis doctoral "Sobre las hipótesis que subyacen a los fundamentos de la geometría" (1854), Bernhard Riemann habla de una oscuridad que envolvió al pensamiento humano desde Euclides hasta Adrien–Marie Legendre. Tras más de 2.000 años de concentración en la materia, Riemann, apoyándose en su maestro Carl F. Gauss, develó esa oscuridad al desarrollar lo que llamó "un concepto general de magnitud múltiplemente extendida".

El concepto de Riemann amplió los descubrimientos que ya había hecho Gauss, empezando con su disertación de 1799 sobre el teorema fundamental del álgebra.

Como su predecesor, es una devastadora refutación de los métodos de "torre de marfil" de Leonhard Euler, Louis de Lagrange, etc., que hoy dominan la forma de pensar de la mayoría de la población, tal como dominaron la mente de los desafortunados griegos en la época de Platón.

Al reconocer que todos los problemas de la sociedad en última instancia eran subjetivos, Platón prescribió (en La República) que ese dominio de los ejercicios pedagógicos (en los campos de la música, la geometría, la aritmética y la astronomía) fuera un prerrequisito para ejercer el liderato político. Las crisis, como la que ahora enfrentamos, sólo podían superarse si los líderes desarrollaban la capacidad de liberarse a sí mismos, y después a otros, de sus falsas etiquetas.

Estos ejercicios acostumbran a la mente a tornar su atención, de las sombras de la percepción sensorial, al descubrimiento de verdades cognoscibles, aunque invisibles, que el dominio de los sentidos nos refleja como paradojas.

El proceso no tiene fin; con cada nuevo descubrimiento surgen nuevas paradojas que dan pie a más descubrimientos, produciendo una concentración siempre mayor de la condición mental necesaria que produjo el descubrimiento en primer lugar.

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